Ya te lo contaba en el artículo anterior, Roma y yo, nos estamos presentando poco a poco. Sabes que es infinita, eterna, y como me dijeron la semana pasada; no basta una vida para conocerla. Se podría escribir un año sobre sus basílicas. Yo hoy te traigo las tres que me han dejado sin respiración.
Primero, unas pequeñas pinceladas acerca de la propia definición de basílica ¿no? (Yo no lo tenía claro).
Antes de que las basílicas fueran consideradas lugares de culto espiritual, eran edificios sociales. Su etimología viene del griego basiliké, que significa casa real.
Durante el imperio Romano, las basílicas eran tribunales de justicia, e incluso mercados y poco a poco, con el catolicismo, se convirtieron en lo que son ahora.
Destacan por su belleza y tamaño extraordinarios. Y se reconocen cuando al entrar, te quedas sin palabras.
Todas las basílicas guardan un tesoro espiritual que pueden ser unas reliquias de algún santo o una pieza de arte relacionada con el tema.
En Roma se encuentran cuatro basílicas mayores:
- San Pietro
- San Paolo fuori le mura
- Santa Maria Maggiore
- San Giovanni in Laterano
Y luego existen otras, que no llevan el título de «mayor». Yo te traigo lo que he ido descubriendo, casi siempre por «casualidad».
(Aunque creo poco o nada en las casualidades).
Escribir es una maravilla, te animo a hacerlo. Para crear este artículo me he estado empapando de basílicas. No sé las que habré visitado. He vuelto a las que más me han llamado la atención a pasear por sus alrededores. Y luego he ido dejando que el artículo tomara forma dentro de mí por sí solo.
Lo que lees es solo mi visión «no profesional» sobre el tema. Me siento muy pequeña e ignorante ante tanta magnificencia. Por eso insisto en que son las impresiones de alguien que no es ni de lejos, experta en historia del arte, pero que tiene unas dosis de curiosidad tan grandes como la belleza de esta ciudad.
Así que, ahí va:
Te cuento por orden de impacto tres de las que iría a visitar sí o sí. Y te propongo que hagas una excursión diaria, para dosificar y saborearlas bien.
-
Santa María degli Angeli:
Esta basílica fue unos de esos descubrimientos por «error». Pasaba por allí. Por fuera no llama la atención ni piensas que vaya a ser espectacular. Por eso, entras sin «defensas». Además, se encuentra frente a la plaza de la República que es magnífica en todos los aspectos y a priori, parece que le hace sombra. Pues no.
Estos días de atrás, pensaba en cómo presentarte lo que sentí al entrar la primera vez aquí, porque no quería que tuvieras muchas expectativas y pudieras experimentar la sorpresa que yo tuve.
Pero ¿sabes qué? que te diga lo que te diga, ¡vas a gozarla!
Yo ya he vuelto tres veces más desde la primera vez y cada una de ellas, mi sensación ha sido igual de superlativa.
La basílica está diseñada por Miguel Ángel sobre unas termas como base principal. Extraordinaria.
-
San Giovanni in Laterano:
Es una de las basílicas mayores, pero si tienes que elegir ver una por tiempo o disponibilidad, yo iría a esta. Se trata de las más queridas por la gente de Roma y es la más antigua del mundo.
El día que la visité yo, me lo estuvo contando un simpático monje franciscano, y luego amigos de Roma me lo confirmaron.
Es inmensa, impactante, magnífica. Creo que estuve como una hora y pico paseándola, sentándome a admirarla, observando. La basílica está llena de curiosidades, como una estatua de San Juan en la que todo el mundo echa monedas y billetes.
Cinco naves y solo una de ellas, merecería viajar doscientos kilómetros para conocerla. En su exterior, el obelisco más grande de la ciudad y la Escalera Santa.
Yo me senté para no marearme. Literal.
-
Santa Costanza:
Esta se encuentra en un barrio que quizás, no conocerás a no ser que tengas que venir aquí expresamente a algo. Al norte de Roma, y justo enfrente de donde vivo en este momento de manera transitoria. Aquí hay dos basílicas de las que te señalo Santa Costanza por su sencillez y originalidad.
Es un antiguo mausoleo Romano. E impacta la diferencia del exterior con el interior y por lo visto, esta misma era su intención. El mundo de fuera y el mundo de dentro. Lo material y lo espiritual.
Tampoco te la quiero describir demasiado para que seas tú quien la descubra.
Una amiga romana me dijo que todo el mundo se quiere casar en esta basílica, pero que la lista de espera es eterna.
Se encuentra en una zona es muy bonita que tiene varios parques y villas que visitar, de las que te hablaré en otro momento.
Y bueno, entre obra de arte y obra de arte he ido descubriendo locales para relajarme, cenar o tomar algo.
(Otro tipo de arte, ¡pero arte!)
Te los comparto por si te cuadran.
Comer, merendar y cenar…
Cuando fui a ver San Giovanni estuve en estos dos, por si quieres aprovechar la ruta:
The place en Vía Gallia, 70.
Me comí unos espaguetis cacio e pepe (queso y pimienta). Es un plato típico romano. ¡Buenísimos!
(Así sigo mi dieta «todos los días algo de pasta»).
En este restaurante rodaron una película que se llama igual que el nombre del local y según nos contó el camarero, también varias series. La verdad es que el espacio invita a ello.
Si antes o después te apetece un café con un dulce; Le Foodie en Piazzale Appio, 9
Un lugar precioso, con un espacio para tomarte un café que tiene una luz espectacular. Música agradable, y el trato excelente. Yo me pedí un cappuccino buenísimo (a deshora para ellos, porque aquí lo toman al desayunar y no después de comer) y un dulce. (Te digo que Roma me pide muchas calorías). Así absorbí con calma todo lo que había visto ese día.
Para cenar te propongo otra zona. Una noche me llevaron al Salotto Caronte en Via Machiavelli, 23, cerca de Piazza Vittorio.
Otro local genial para relajarte con amigos.
Nosotros fuimos por la noche pero seguro que lo que te ofrecen es igual de bueno a cualquier hora del día.
Encuentras sillones amplios, platos sabrosos para compartir o individuales, y buen ambiente. El barrio en el que está es muy interesante por si lo quieres visitar.
Todos los días suelo pasear al menos una hora y media, si no más. Y voy con ojos turistas, entrando en cada lugar que me llama la atención.
Te traigo solo un suspiro de todo lo que supone vivir en Roma y exponerse a su belleza.
Pero un suspiro, te lleva a otro.