Si os apetece hacer un viaje a vuestro ritmo por carretera lleno de sorpresas, paisajes preciosos, sitios arqueológicos súper interesantes, playas escondidas, hoteles chic, y comida estupenda, os recomiendo que hagáis esta ruta. El Peloponeso es una opción perfecta para conocer una parte muy bonita de Grecia fuera de la temporada de verano, en primavera o en octubre, a vuestro ritmo y sin prisas.
Henry Miller (1891 – 1980) y el Peloponeso en El Coloso de Marusi «No hay aquí un atisbo de fealdad, ya sea en la línea, en el color, en la forma, en el rasgo o en el sentimiento. Es la pura perfección».
Para mí este fue uno de los viajes más atractivos que he hecho en los últimos años, ya que pudimos visitar muchos lugares con los que soñaba desde niña y que conocía por haber leído sus historias en los libros de mitología griega, de la que soy fan desde hace décadas.
Como a los antiguos arqueólogos, me llenó de emoción comprobar que aquellos sitios existen de verdad y pueden ser visitados, y hasta es posible sentarse en las mismas piedras donde descansaron aquellos héroes hace miles de años. Os lo iré descubriendo poco a poco.
El Peloponeso: su nombre y sus vinos
En nombre de Peloponeso proviene del antiguo héroe Pélope, conquistador y monarca de la península y bisabuelo de Agamenón. La región es famosa desde la Antigüedad por sus viñedos, que producen la variedad Agiorgíitiko. Se dice que Hércules venció al León de Nemea gracias a este vino, conocido popularmente como «la sangre de Hércules«. Una vez aquí no podéis dejar de probar los excelentes vinos del Peloponeso, entre los que la variedad Agiorgíitiko de Nemea cuenta con su propia Denominación de Origen Protegida.
Cómo llegar al Peloponeso
El Peloponeso es la península más meridional de Grecia y está unida al continente por el istmo de Corinto. Antiguamente se conocía como Morea, ya que su forma recuerda la de una hoja de moral, aunque yo siempre lo he visto como la silueta de una mano. La Península está prácticamente rodeada de mar y tiene solo dos accesos por tierra que tendréis que atravesar dependiendo de dónde iniciéis vuestro recorrido.
El Canal de Corinto
Viniendo desde el noreste (Atenas) tendréis que pasar por el istmo-canal de Corinto, que separa los Mares Jónico y Egeo. Si tenéis ocasión de parar en la carretera al cruzarlo la vista merece la pena, ya que se trata de una de las obras de ingeniería más antiguas e impresionantes del mundo. Mide tan sólo 25 metros de ancho, 6 kilómetros de largo y 40 metros de altura, y el proyecto para su construcción se remonta a la Grecia Clásica. No fue hasta 1893 cuando se inauguró la obra que podemos ver hoy, diseñada por Ferdinand de Lesseps, el mismo ingeniero que ideó los Canales de Suez y Panamá.
El Puente de Patras
Para aquellos que comencéis el viaje desde el oeste de Grecia, este puente es vuestra entrada hacia el norte del Peloponeso. Construido entre 1998 y 2004, se conoce como el Puente Rio-Antirio por unir estas dos localidades con una triple estructura atirantada de tres kilómetros de longitud. Su tablero continuo de 2 250 m es el más largo del mundo, y fue realizado con sistemas de alta tecnología y grandes medidas de seguridad, ya que se encuentra situado en una zona de relativa actividad sísmica. Antes de su inauguración el camino era mucho más complicado y había que dar un gran rodeo para cruzar el Golfo de Corinto o coger un barco. Por cierto, hay que pagar un peaje de 13,50 euros por coche.
Nosotros salimos de Corfú por la mañana y empezamos el viaje desde allí, cogiendo el ferry hasta Igoumenitsa y conduciendo hacia el este. Luego, cruzamos el puente y pasamos un día y una noche en Patras. Como viajamos en temporada baja encontramos una muy buena oferta en un cuatro estrellas, y nos quedamos en el Airotel Achaia Beach, con vistas al Golfo y al puente de Rio-Antirio. Os cuento.
Patras, la entrada al Peloponeso
Considerada desde la Antigüedad como la Puerta del Oeste de Grecia, Patras es una ciudad cosmopolita, muy bonita y acogedora, y la tercera más grande del país, con casi 170 000 habitantes. Tiene una excelente Universidad y, sobre todo, es conocida por sus carnavales, los más famosos de los Balcanes, que llenan sus calles de desfiles con miles de participantes durante cuarenta días, si bien las grandes celebraciones son solo los fines de semana.
Desde su castillo medieval podemos contemplar toda la ciudad, ajardinada y peatonal en la zona centro, llena de comercios y restaurantes. En su paseo marítimo hay un precioso faro que se ilumina por la noche. Nos habría gustado quedarnos más tiempo, pero muchos otros sitios nos estaban esperando.
A la mañana siguiente emprendimos ruta hacia el interior del Peloponeso. Nuestra siguiente parada era uno de mis sitios soñados.
La Antigua Olimpia
Para llegar hasta aquí podemos tomar varias carreteras, por la costa o el interior. Si queréis evitar curvas os recomiendo la primera, que pasa por La Amaliada y su puerto de Katákolo.
Un poco de Historia
Descubierta a mediados del siglo XIX, la Antigua Olimpia es el lugar donde, por más de mil años, se celebraron cada cuatro años los Juegos Olímpicos de la Antigüedad: desde el siglo 776 a. C. hasta el año 393 de nuestra era, en que fueron prohibidos por el emperador Teodosio I al tratarse de una celebración pagana en honor a Zeus.
El recinto
Se encuentra muy cuidado y muy bien conservado, rodeado de naturaleza y muchos olivos, y muestra gran cantidad de restos de edificios de todas estas épocas: santuarios, altares dedicados a los dioses, los vestuarios de los atletas, y, sobre todo, el estadio olímpico, desde donde se lleva a cabo la inauguración oficial de los Juegos Olímpicos cada cuatro años en una hermosa ceremonia de estilo antiguo. En ella se enciende la Llama Olímpica con un espejo que se dirige hacia el sol, y comienza el conocido periplo de la Antorcha por todo el mundo hasta su llegada a la sede de los Juegos, donde se prende el pebetero que inaugura oficialmente el evento.
Tuvimos la suerte de visitar el lugar a primeros de octubre. En esta época no hay mucho turismo y la verdad es que disfrutamos de lo lindo. Si vais en verano es posible que os encontréis con decenas de grupos organizados que vienen de excursión desde los cruceros, y lo cierto es que pierde todo el encanto… Aunque claro, ¡cada uno va cuando puede!
Nafplio
También conocida como Nauplio o Nauplia, es la capital de la Argólida, una de las unidades periféricas del Peloponeso. Es la tierra legendaria de Jasón y los Argonautas quienes viajaron hasta la antigua Cólquida (hoy Georgia) para robar el Vellocino de Oro. La ciudad de Argos está muy cerca, y se cree que es la urbe más antigua de toda Grecia: fue fundada en tiempos inmemoriales, y Homero la mencionaba en la Ilíada.
Una curiosidad: el Vellocino de Oro (el que robaron Jasón y los Argonautas) es el elemento principal del Toisón de Oro, emblema que simboliza la conquista de Jerusalén en las Cruzadas, y es portado por el Rey de España, la Reina de Inglaterra y la princesa Leonor entre otras personalidades.
Nos quedamos varios días en un hotel precioso de Nafplio, desde donde poder recorrer toda la región con comodidad.
La ciudad
Nafplio es una ciudad costera llena de encanto y muy romántica, llena de buganvillas y casitas de colores. Cuentan que fue fundada por Nafplios, el hijo de Poseidón. En esta preciosa ciudad encontraréis edificios medievales, otomanos y venecianos, ya que en sus aguas tuvieron lugar muchas batallas para conquistar este enclave estratégico del Golfo Argólico.
Qué ver en Nafplio
El mejor sitio para recrear las trepidantes batallas de la región del Peloponeso y la historia de la ciudad es subiendo al Castillo de Palamidi, construido por los venecianos en el siglo XVII, conquistado por los turcos en el XVIII y reconquistado por los griegos en el XIX. Consta de ocho impresionantes bastiones, y dicen que hay 999 escalones hasta alcanzar la cima. Una visita que merece la pena por lo impresionante de la construcción y las maravillosas vistas que hay desde allí.
En verano hay un trenecito turístico que lleva desde la plaza principal de la ciudad hasta el castillo.
Otra visita obligada es Bourtzi, la pequeña fortaleza veneciana que se encuentra en el islote rocoso de Agioi Theodoroi. Durante el dominio veneciano, estaba conectado a la ciudad antigua a través de una enorme cadena de metal que aseguraba el puerto contra los ataques de barcos enemigos. A principios de 1860 en Bourtzi vivían los verdugos de los prisioneros de Palamidi. En verano se puede llegar a la fortaleza en barco que sale regularmente del puerto. No os lo perdáis.
Oferta hostelera
La ciudad además tiene una excelente oferta hostelera, con restaurantes y cafeterías para todos los gustos y bolsillos. Nosotros cenamos en un restaurante muy bonito y moderno en la calle peatonal, otro día comimos en la Taberna Vasilis, cerca de la plaza del castillo. En las calles interiores hay además pequeñas tabernas de raciones y gyros. También pudimos degustar maravillosos crepes de chocolate, helados artesanos y loukoumades, para compensar los esfuerzos de las excursiones.
Nos quedamos en el precioso Chroma Design Hotel & Suites, en la zona alta de la ciudad, con unas vistas impresionantes y una decoración de lo más chic. El desayuno, casero y muy completo nos ayudó a sobrevivir durante los días de nuestro periplo.
Si visitáis Nafplio en verano no olvidéis que también tiene varias playas tranquilas y muy bonitas a pocos metros de la ciudad: Arvanitia, Karathonas, Nea Kios, Miloi y Kiveri.
Antiguo Epidauro, el Teatro y la Ciudad Sumergida
El Antiguo Teatro de Epidauro
A media hora de Nafplio se encuentra el Antiguo Teatro de Epidauro, construido hace 2 400 años y todavía en uso. En una zona preciosa, rodeada de bosques y colinas, pudimos visitar el teatro antiguo mejor conservado de la Antigüedad que ya en su época fue alabado por su belleza y simetría. La visibilidad desde cualquier ángulo es perfecta, pero su acústica es increíble: tan perfecta que, si chasqueas los dedos o hablas en voz muy baja desde el escenario, el sonido es audible desde las gradas más elevadas del recinto sin necesidad de micrófonos. Un estudio demostró en 2007 que esto se debe al diseño de sus gradas, las cuales proporcionan un efecto difusor a las ondas de sonido de baja y alta frecuencia. Hicimos la prueba y es cierto. ¿Impresionante, verdad?
Su capacidad es de hasta 14 000 espectadores en 55 filas semicirculares, y aquí han actuado artistas de la talla de María Callas, en 1960 y 1961.
La ciudad sumergida del Peloponeso
Pero no todo iba ser ver monumentos. Para aprovechar el viaje nos acercamos al pueblo de Antiguo Epidauro, un bonito rincón de pescadores a la orilla del Golfo Sarónico, abierto al Mar Egeo. Como teníamos ganas de darnos un baño decidimos explorar y, siguiendo un cartel que pensábamos era de una taberna o restaurante, llegamos a una pequeña playa desierta donde, haciendo un poco de snorkel, descubrimos una ciudad sumergida. Lo cierto es que realmente no descubrimos nada: estas ruinas submarinas son visibles hasta en Google Maps, pero que conste que fue una sorpresa mayúscula porque no sabíamos nada y pensábamos que habíamos sido los primeros a pesar del cartel que lo indica.
Después del emocionante baño tomamos un refresco en la taberna más cercana y regresamos a Nafplio, donde disfrutamos de una maravillosa cena gourmet en un precioso restaurante en una de las calles peatonales de la ciudad baja.
Micenas
Visitar Micenas era otro de mis sueños de infancia. Es la legendaria ciudad milenaria, patria del rey Agamenón, jefe del ejército de los aqueos durante la Guerra de Troya y dueño de la maravillosa máscara funeraria de oro conservada en el Museo Arqueológico de Atenas.
Como veis, de nuevo en Grecia nos encontramos con lugares mitológicos que existieron en la realidad.
La historia
La historia de Micenas es relatada por Homero en su Ilíada, y aparece también en las crónicas egipcias de la época. Su cronología se extiende desde los primeros asentamientos, fechados en el año 3000 a. C., con diferentes periodos de esplendor y destrucción hasta su definitiva desaparición en el siglo II d. C. Basándose en los antiguos textos, fue el griego Kyriakos Pittakis quien descubrió la Puerta de los Leones en 1841. Desde entonces y hasta hoy todavía continúan las excavaciones, con asombrosos hallazgos de gran valor histórico. La civilización micénica fue la primera cultura griega que utilizó la escritura, la ingeniería y el arte entre otros avances, a finales de la Edad del Bronce, entre 1600-1200 a. C.
El recinto y la visita
El recinto arqueológico se encuentra a 24 km de Nafplio y a 40 Corinto, en Este del Peloponeso. También podéis ir en el día desde Atenas (120 km) en coche o en autobús. Abarca diferentes épocas y todas ellas son sumamente interesantes, por lo que os recomiendo llevaros la lección aprendida de casa o realizar una visita guiada. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999.
La Puerta de los Leones
La ruta a pie comienza en la Puerta de los Leones, datada en el siglo XIII a. C., en la que una impresionante escultura en relieve de una pieza nos muestra a dos leonas enfrentadas apoyadas sobre una columna. Dos enormes mololitos sostienen este dintel, donde la entrada de la antigua ciudad queda protegida por enormes muros ciclópeos hechos con gigantescos bloques de piedra encajados sin argamasa.
El Tesoro de Atreo o Tumba de Agamenón
Además de visitar todo el yacimiento y descubrir mucho sobre las épocas de su historia, mi otro rincón favorito fue el Tesoro de Atreo o Tumba de Agamenón. Se trata de una colosal tumba (posiblemente de este rey, o el escondite de su tesoro) excavada en una colina y cubierta con una falsa cúpula de piedra, todo ello decorado originalmente con oro, plata y otros ricos materiales llenos de color. Las esculturas, relieves y columnas que se encontraron fueron trasladadas al Museo Británico, y uno de los capiteles, al Museo de Pérgamo de Berlín.
Os comentaba hace unas cuantas líneas que el Peloponeso tiene dos entradas dependiendo del punto de salida en Grecia. Nosotros decidimos regresar por el Norte para poder visitar Corinto y completar nuestra ruta.
Corinto
La ciudad antigua Ciudad-Estado de Corinto, a nueve kilómetros de la ciudad moderna, tiene una belleza espectacular, ya que sus restos se encuentran en muy buen estado y además son fáciles de recorrer. Me impresionó el Templo de Apolo, construido en el 550 a. C. en estilo dórico arcaico con 38 columnas moloníticas de 7 metros de altura, de las cuales siete siguen en pie. La entrada al recinto cuesta entre 8 y 4 euros, y cierra los lunes, como todos los demás museos y sitios arqueológicos. También es muy interesante acercarse a Acrocorinto, una impresionante estructura defensiva que ha ido ampliándose con el paso de los siglos. Para poder verla necesitaréis unas dos horas.
Loutraki
Si seguimos la carretera paralela al istmo llegaremos a Loutraki, un pueblo de playa conocido por sus aguas termales. Es un sitio perfecto para hacer una parada en el viaje, darse un baño si hace buen tiempo y comer en uno de los numerosos restaurantes y tabernas que encontraréis en el paseo marítimo. El lugar fue destruido por un terremoto en 1928 y no quedan restos de los antiguos balnearios romanos, pero aún así merece la pena acercarse.
Hasta aquí mis sugerencias para un viaje de cuatro días por el Peloponeso. Por supuesto que el orden de las visitas depende de vuestro tiempo y, sobre todo, de vuestro punto de salida.
Para más ideas y planes personalizados de viaje, visitad la página de Vive Corfu. Y si tenéis cualquier consulta o comentarios, no dudéis en añadirlos en los comentarios de este post.
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