La primera vez que estuve de vacaciones en Corfú, hace más de quince años, no tenía ni idea de lo que iba a encontrarme, y pensaba que me dirigía a una más de las muchas islas griegas.
La verdad es que hay algo que te sorprende con solo salir del aeropuerto. Todo es tan verde… está lleno de árboles, flores y jardines por todas partes, algo que normalmente no se ve en las costas griegas.
Una vez fui conociéndolo un poco mejor me enamoré completamente de este lugar. No solo por sus maravillosos paisajes y colores del mar, sino por su emocionante historia, que lo convierten en un sitio prácticamente único.
Hoy os propongo una excursión virtual siguiendo las huellas que las diferentes culturas que la han habitado han ido dejando en esta maravillosa tierra.
Los mitos y la Edad Antigua
Muchas veces los mitos se funden con la verdadera historia. Para Homero (siglo VIII a. C.), la isla fue la antigua Scheria, habitada por los feacios, y además lugar de refugio de Ulises al regreso de la guerra de Troya. También fue visitada por Jasón y los Argonautas en su periplo en busca del mítico Vellocino de Oro. Ambas leyendas sitúan a Corfú como lugar importante dentro de sus narraciones, así que, si bien no hay pruebas históricas sobre estos dos capítulos de la literatura antigua, hay buenas descripciones de sus tierras que no dejan lugar a dudas.
El barco de Ulises
Cuenta la mitología que Ulises y Poseidón, el dios de los mares, tenían una muy mala relación, y que el dios hizo todo lo posible para evitar que regresara a Ítaca, su reino. Pocos meses antes de culminar su viaje unos vientos se desataron y dirigieron su nave hasta Corfú, donde se produjo una terrible tormenta que le hizo naufragar.
Ulises se salvó del incidente pero su barco no corrió la misma suerte, ya que fue transformado en una enorme roca por el dios. Esta roca es visible en la costa de Paleokastritsa, y se conoce por el nombre de Kolovri.
Hay también quienes cuentan que esa roca es otro barco, el de unos piratas que pretendían atacar el monasterio de la Virgen María. La Virgen realizó el milagro, salvando a los monjes que habían rezado para pedir su ayuda.
Por ahora dejaremos aparcadas las historias sobre dioses, héroes y ninfas para centrarnos en la Historia propiamente dicha. Los auténticos pobladores de la isla eran descendientes de los corintios, que llegaron hace unos tres mil años. La primera prueba escrita que tenemos sobre Corfú se remonta a un texto del 1300 a. C., escrito en griego micénico, que menciona a «un hombre procedente de Kérkyra«, el antiguo nombre de Corfú.
El Museo Arqueológico
En el Museo Arqueológico de Corfú, recién inaugurado tras una remodelación de más de diez años, se conserva el frontón occidental del Templo de Artemisa, un impresionante monumento dórico datado en el 580 a. C.
Este frontón tiene unas dimensiones descomunales, ya que el templo era de los más grandes de su época. Medía 23 metros de ancho por 49 metros de largo, y estaba orientado hacia el Este. Tenía un enorme altar en el centro y estaba rodeado de columnas.
Los restos aparecieron por casualidad en el barrio de Garitsa durante la Guerra Napoleónica de 1814 mientras los soldados cavaban las trincheras para defenderse del ejército británico.
El frontón representa a una Medusa sonriente (casi diabólica) huyendo de Perseo. Lleva un cinturón de serpientes y la flanquean dos leopardos. Esta iconografía es muy singular, ya que es la única vez que se ha encontrado una pieza con una imagen semejante en toda la Antigua Grecia. Junto con el resto de hallazgos, estudiados por el Káiser Guillermo II de Alemania junto con arqueólogos griegos a principios del siglo XX, se ha llegado a la conclusión que estas representaciones serían puramente decorativas, o bien guardan un secreto significado que todavía no ha sido posible desentrañar.
La entrada al museo cuesta seis euros, y cierra los lunes.
El recinto de Mon Repos
En el corazón de la ciudad y a menos de un kilómetro de la ciudad antigua se encuentra el recinto de Mon Repos. Toda la zona que lo rodea, conocida como Garitsa-Analipsi-Kanoni, fue el lugar escogido desde hace milenios por los primeros pobladores de la isla.
El templo dórico de Kardaki
Dentro de la finca encontraréis un frondoso bosque-parque con árboles de todo el mundo, y un hermoso palacio de la época colonial británica. A lo largo de todo el recinto veréis un buen número de yacimientos arqueológicos, entre los que destaca el Templo de Hera. Es el mejor conservado de toda la isla, y parece que estaba dedicado a los dioses Asclepios y Apolo.
Os confieso que es uno de mis lugares favoritos de la isla, ya que todavía conserva varias columnas en pie. Siempre que voy a este parque me gusta abrazar una de esas columnas, pues me hace sentir que entro en contacto de alguna manera con la Historia y con aquellos que construyeron el monumento hace más de dos mil quinientos años. ¿No es increíble? Al menos para mí lo es. Os dejo la foto de mi favorita.
El templo también fue un hallazgo casual. En este caso, fueron los arquitectos británicos que construían el suministro de agua del palacio en 1822, ya que en esa zona hay un manantial.
La entrada al recinto es gratuita y los horarios cambian dependiendo de las horas de luz cada mes.
El Palacio de Mon Repos
Construido en 1831 como residencia del gobernador británico Sir Frederic Adams, y posteriormente utilizado (sin permiso) por la familia real griega para sus vacaciones, es un bonito palacete que guarda un pequeño museo con fotos antiguas de Corfú, sus excavaciones arqueológicas y muchas de las piezas pequeñas que fueron encontradas en los yacimientos de los alrededores.
Si sois fans de la familia real española, aquí veréis el sitio donde tuvo lugar la pedida de mano de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia.
La entrada al palacio cuesta tres euros.
La playa de Kardaki, un chapuzón urbano durante tus vacaciones en Corfú
Una vez que hayáis visto (o no) el palacio por dentro, es hora de darse un chapuzón y no perderse el pequeño embarcadero que construyeron los británicos en la playa de Kardaki. Es un sitio poco conocido, sin aglomeraciones y rodeados de naturaleza e historia. Hay que caminar un poquito desde la entrada, unos quince minutos, y se puede llegar también en bicicleta. Por cierto, el manantial sigue en su sitio y se puede beber.
La Edad Media, piratas y castillos
La localización estratégica de Corfú la convierte en la llave perfecta para controlar el Mediterráneo. Se encuentra a ocho horas de Italia y a tan sólo una milla y media de las costas de Albania. Por esta razón, aquel que tuviera el control de la isla tendría además acceso a toda Europa Oriental y Occidental.
A lo largo de la historia de Corfú veremos muchos castillos, que sirvieron para protegerse de los numerosos atacantes que intentaron conquistarla, casi siempre sin éxito. Si queréis recorrerlos podéis hacer la ruta que os organizan aquí.
Angelokastro
Si os gusta hacer un poco de senderismo y ver paisajes y castillos no debéis perderos esta gozada de sitio. Se yergue sobre un acantilado, desde el que dicen que se puede divisar Italia en los días de claro horizonte.
Es por tanto el lugar perfecto para vigilar el mar en toda lontananza.
Su construcción data de la época bizantina, aproximadamente de mediados del 1100, cuando los piratas genoveses arrasaban las costas de toda Europa. La isla tenía una serie de fortalezas en los puntos estratégicos, y Angelokastro es el más importante de todos.
Se encuentra entre los pueblos de Lakones y Makrades, en la zona de Paleokastritsa, y la entrada cuesta tres euros.
Gardiki
Oculto entre olivos y muy cerca de la playa de Chalikounas, este castillo del siglo XIII es otro de los sitios donde dar rienda suelta a la fantasía. De él han quedado los muros que lo rodean y varias torres y merlones, donde podéis hacer bonitas fotos y evocar los tiempos antiguos. Está a pie de carretera y la entrada es libre.
La República Veneciana
Las Islas Jónicas formaron parte de la República de Venecia durante casi cuatrocientos años, de 1386 a 1797. Con este acuerdo, los venecianos garantizaron la defensa del archipiélago frente al Imperio Otomano, y de paso pudieron comerciar con el aceite de oliva que se produce en esta región desde tiempos inmemoriales y que se usaba como moneda para pagar los impuestos.
La organización de la sociedad era feudal, y los nobles, cuyos nombres estaban escritos en el Libro de Oro, dominaban a los plebeyos.
De la época veneciana hay barrios y monumentos que ver, la mayoría de los cuales se encuentran en muy buen estado ya que han sido restaurados recientemente y todos ellos pueden visitarse. Vamos a por algunos de ellos.
La Ciudad Antigua de Corfú y la kantounia
Los venecianos fueron los responsables del cambio urbanístico de la capital, en la que sus innumerables callejuelas la hicieron casi inexpugnable, gracias además a la construcción de dos enormes fortalezas que veremos en seguida. Sus pequeños barrios y callejones se conocen como kantounia, y en ellos podréis ver muchas casas, todavía habitadas, de esta época. Los edificios llegan a tener hasta seis o siete pisos y no hay ascensor. Es muy bonito verlos desde abajo.
Aquí además encontraréis una variada zona comercial. Aparte de las típicas tiendas de recuerdos y postales, últimamente se han abierto locales donde podréis comprar moda, complementos, artesanía y objetos de diseño moderno. No nos olvidemos de la oferta hostelera: tabernas tradicionales y antiguos cafés donde tomar un café griego, restaurantes gourmet y pastelerías con dulces típicos y helados que debéis probar antes de que terminen vuestras vacaciones en Corfú.
El casco antiguo está reconocido como Patrimonio Cultural de la UNESCO desde 2007.
La Antigua Fortaleza o Paleo Frourio
Otro de los puntos de visita obligada, aunque sea la zona de los alrededores, es este castillo, que domina la ciudad junto con su gemelo en la parte opuesta de la capital. Su base es bizantina, pero fueron los venecianos quienes le dieron la forma y estructura que hoy vemos. Ambos fuertes están conectados por una serie de laberintos, muy útiles en épocas de guerras y asedios, y fueron usados hasta la Segunda Guerra Mundial.
En 1716 hubo un intenso ataque de los otomanos, quienes insistían en conquistar Corfú, único bastión de todo el Mediterráneo Oriental que quedaba sin dominar. La combinación de los ejércitos venecianos junto con una alianza de tropas europeas, comandadas por el Barón Von Schulenberg, hizo que los atacantes desistieran por tercera y última vez de someter a los corfiotas, terminando con el sitio que duraba ya varios años.
Hay quien cuenta que el santo patrón de la isla, San Spiridón, obró un milagro, apareciéndose en medio de una gran tormenta y aterrorizando a los turcos, que huyeron despavoridos. Todos los años se celebra esta victoria con grandes desfiles y fuegos artificiales, el 21 de agosto.
El Paleo Frourio tiene construcciones de época veneciana, francesa, británica y contemporánea. Es una visita bonita y relajada, y si estáis en forma (y no hace mucho calor) podéis subir hasta lo alto de la torre principal, desde donde las vistas son espectaculares. Para refrescaros, podéis hacer una parada en la cafetería del castillo, con vistas a la bahía de Garitsa, o bajar por el lado norte de la fortaleza para bañaros en la playa que encontraréis junto al club náutico. Por cierto, el restaurante del club náutico es muy bueno, y cuando estéis de vacaciones en Corfú podréis cenar al aire libre rodeados de yates junto a la bahía.
La entrada cuesta seis euros y está abierto todos los días.
La Nueva Fortaleza o Neo Frourio
Construido íntegramente por los venecianos, actualmente es la base de la Marina griega en las Islas Jónicas. No puede visitarse por dentro pero sí los alrededores, que dan al mercado abierto (laiki agora) y al casco antiguo. Sus murallas están llenas de relieves con el león alado de San Marcos.
Esta fortaleza daba la réplica al Paleo Frourio en la defensa de la isla. En su base veréis una pequeña iglesia, excavada en la roca, que podéis visitar cuando vengáis de vacaciones a Corfú.
Importante: en la calle Solomou, subiendo hacia el castillo desde el puerto viejo, hay una zona de bares y restaurantes donde podréis tomar una copa o cenar al aire libre rodeados de historia y con buena música.
La época de Napoleón
A finales del siglo XVIII aparece la figura de Napoleón Bonaparte, quien extendió su imperio por gran parte de Europa. Lógicamente, Corfú era uno de los puntos clave en su expansión por la Europa Oriental.
El período veneciano, pues, fue seguido por la primera ocupación francesa en 1797, que significó el fin del sistema feudal. En un gesto simbólico la gente quemó el Libro de Oro (Libro d`Oro) donde se enumeraban los nombres de todos los aristócratas.
La euforia inicial después de la llegada de los franceses, que fueron recibidos como libertadores, se convirtió rápidamente en una gran angustia debido a la arrogancia francesa hacia los lugareños y los fuertes impuestos. Lo cierto es que, a pesar de todo, dejaron sobre todo dos bellas huellas de su breve estancia en la isla.
El Listón
La calle más famosa de Corfú recibe su nombre de la lista de nobles recogida en el Libro d´Oro. Cuentan que aquellos eran los únicos que estaban autorizados a pasear por esta bonita avenida, hoy llena de cafeterías y restaurantes con enormes terrazas a la sombra de los tilos. El Listón es un sitio de obligado paseo y encuentro, tanto para los locales como para los visitantes.
Su arquitecto fue Lesseps, autor también de calles como la Rue Rivoli de Paris, de la que el Listón es una preciosa réplica en miniatura.
Plateia o Spianada
Enfrente del Listón y muy cerca de la Antigua Fortaleza, hay una gran plaza-parque que suele estar muy concurrida a cualquier hora. Niños, abuelos, estudiantes, parejas y turistas pasean por la Spianada (nombre corfiota), ya que se trata de un lugar muy cómodo y seguro, como toda la isla en realidad. Los franceses la diseñaron en el antiguo campo de batalla opuesto al castillo, y además dejaron una fuente hecha de mármol que destaca entre los jardines de la plaza (foto un poco más arriba).
La Independencia y el Protectorado Británico
Los corfiotas se cansaron pronto del talante insolente y dominante de los franceses y conspiraron para echarlos de la isla. Lo consiguieron en 1799 cuando una extraña alianza de rusos y turcos ocupó Corfú. Un año más tarde se llegó a un acuerdo y se fundó el Estado Jónico, los Estados Unidos de las Islas Jónicas, que serían realidad en 1814 cuando comenzó el protectorado británico (1814-1864).
El Palacio de San Jorge y San Miguel
Los británicos construyeron un palacio para cada uno de sus gobernadores, y este es el más bonito e imponente. Se encuentra en la ciudad antigua, al lado opuesto de la plaza Spianada. Actualmente es un museo. Os recomiendo que visitéis tanto la zona exterior (columnata y jardines) como el interior, donde podréis ver una fabulosa colección de arte asiático procedente de las donaciones de diplomáticos griegos. En verano hay conciertos al aire libre. La entrada al museo cuesta seis euros y cierra los lunes.
El Cementerio Británico
Una joya para los amantes de los cementerios, entre los que me encuentro, no sólo porque es muy bonito y está muy bien cuidado, sino además por la increíble flora y fauna que habita entre sus muros.
Aquí han sido enterrados ingleses, galeses, escoceses e irlandeses que han fallecido en la isla desde principios del XIX hasta hoy, incluyendo muchos soldados de la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
En este remanso de paz, listado entre los Cementerios de la Commonwealth Británica, hay cipreses, manzanos, rosales, calas y hasta una pequeña sequoia. Además florecen centenares de orquídeas silvestres que me encanta fotografiar en primavera y es hogar de muchas tortugas de tierra.
Si vais a visitadlo consultad los horarios, que últimamente han cambiado debido al fallecimiento del guarda.
El Palacio del Achilleion
He incluido este palacio de cuento de hadas en mi lista porque es uno de los lugares más visitados y populares de toda la isla y también tiene muchas historias que contarnos. Construido entre 1889 y 1891 por la emperatriz Sissi de Austria en el pueblo de Gastouri, fue su refugio mediterráneo y el lugar donde encontró la paz, lejos de la corte de Viena y de sus problemas familiares.
El edificio, de estilo Neoclásico, toma su nombre del héroe Aquiles ( en griego, Achilleion significa «de Aquiles»), ya que Sissi era una gran conocedora de la mitología griega, y aquel su héroe favorito. Hay varias esculturas muy interesantes de época neoclásica, tanto en mármol como bronce, entre las que destaca el famoso Aquiles Moribundo, obra del alemán Ernst Herter, que envió la pieza directamente desde Berlín para decorar los jardines del recinto a petición de la emperatriz.
A la muerte de Sissi el palacio pasó a manos del Káiser Guillermo II de Alemania, quien lo usó como centro de operaciones antes de provocar (presuntamente) la Primera Guerra Mundial. Después del conflicto el edificio quedó abandonado y fue utilizado como hospital de campaña en la Segunda Guerra Mundial.
Años más tarde, un empresario alemán se ofreció a restaurarlo, recuperar las antigüedades que habían estado allí en los tiempos de Sissi, y reamueblarlo para abrir allí un casino, donde durante veinte años se reunió lo más trufado de la jet-set europea.
En 1980 entregó las llaves al Gobierno Griego, quien decidió abrir el museo que hoy podemos visitar todos los días del año.
Las Guerras Mundiales
Desde este observatorio, construido para su goce y disfrute, el Káiser Guillermo II solía contemplar el paisaje durante horas. Dicen que miraba continuamente hacia el Norte, deseoso de poder poner toda Europa bajo su poderosa mano. Cuando vengáis a Corfú de vacaciones no podéis dejar de visitar este emblemático lugar, con una vistas realmente únicas y lleno de historia.
Corfú fue ocupada durante las dos Guerras Mundiales, pero fue en la Segunda cuando la isla padeció severamente los bombardeos y la invasión de los nazis.
Quienes más sufrieron fueron los hebreos, una importante comunidad que vivía en la isla desde hacía más de ochocientos años, muchos de ellos de origen sefardí. Hoy queda una docena de familias, descendientes de los supervivientes del Holocausto.
La sinagoga
Por eso he decidido terminar mi post de hoy con un homenaje a la sinagoga Albert Cohen, reconstruida después de la guerra y en cuyas paredes se recogen los nombres de los casi dos mil judíos corfiotas que fueron asesinados por los nazis. Se encuentra en el Evraiki (barrio judío), en la ciudad antigua.
Su historia es realmente desafortunada, ya que sucedió muy cerca de la fecha del fin de la guerra.
Nos lo cuenta la página del United States Holocaust Memorial Museum.
“A principios de junio de 1944, cuando los aliados bombardearon la isla para desviar la atención del desembarco en Normandía, las SS alemanas y la policía local griega obligaron a los judíos de Corfú a salir de sus hogares y los encarcelaron en el Fuerte Viejo. El 10 de junio de 1944, las SS y la policía, con la ayuda de las unidades de la Wehrmacht, los deportaron. De los 2.000 judíos de Corfú, 200 encontraron refugio con familias cristianas; 1.800 fueron deportados a Auschwitz-Birkenau.
En julio de 1944, 435 de los hombres que habían llegado a Auschwitz-Birkenau en el transporte eligieron la muerte inmediata en lugar de unirse al Sonderkommando, el destacamento especial obligado a ayudar a los alemanes a destruir los cuerpos de los prisioneros judíos”.