Seguro que te ha pasado que cuando estás a una buena altura y observas la extensión de una ciudad, te asalta una duda. «¿Cuántas historias habrán nacido y/o acabado aquí? ¿De cuántas cosas ha sido testigo esta colmena humana?» A raíz de esto, hoy vengo a contarte, en líneas generales, la historia de la ciudad sobre la que me han encomendado que escriba: Un vistazo al pasado de Zúrich. Veremos cómo ha ido evolucionando desde una pequeña aldea en la que los romanos establecieron una base militar hasta ser una de las ciudades más importantes en la actualidad.
Lejos de publicar un texto académico, lo que pretendo con este artículo es darte unas pinceladas sobre la historia de esta ciudad helvética, para así poder hacerte sentir que la conoces mejor la próxima vez que la visites.
Sin más dilación, pues, empezaremos por el principio:
Los romanos y los Schwyzerdütsch (Desde el siglo I a.C. hasta el siglo X d.C.)
Aunque Zúrich ya existía antes de la llegada de los romanos, parece ser que fueron estos últimos quienes la bautizaron. Establecieron una base militar en el lugar que hoy se conoce como Lindenhof (el casco antiguo), que fue llamada Turicum. Como los habitantes posteriores no dominaban tanto el latín, el nombre fue transformándose gradualmente al que prevalece hasta nuestros días, Zúrich. En Lindenhof puedes encontrar una réplica de una lápida romana que menciona la antigua Turicum.
Tras la caída del gobierno romano sobre la región allá por el final del siglo IV d.C., comenzó un oscuro periodo sobre el que no se ha podido recabar demasiada información. Una de las pocas cosas que se sabe sobre este lapso es la llegada de la tribus germanas de los Alemanni, que fueron quienes trajeron el idioma que acabaría evolucionando al suizo-alemán contemporáneo o Schwyzerdütsch.
Por el siglo IX, Zúrich ya formaba parte del Imperio Carolingio. Según la leyenda, el propio emperador Carlomagno fue quien fundó la catedral principal de la ciudad, la Grossmünster. Además, se sabe que los reyes francos tenían una residencia en Lindenhof.
Zúrich bajo poder femenino (Desde el siglo XII hasta el siglo XIV)
En el siglo decimotercero, Zúrich se convirtió en una ciudad imperial, respondiendo así sólo ante el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (nacido del Imperio Carolingio). Oficialmente, la ciudad estaba ahora bajo el mando de una mujer, la abadesa de Fraumünster, que compartía el poder con un reichsvogt electo (representante del emperador en la región). Esto cambió a partir del año 1336, que fue cuando la Revolución de los Gremios de Zúrich tuvo lugar. Los gremios le arrebataron el poder a la abadía y al patriciado de la ciudad. Incluso hoy en día siguen existiendo algunos gremios con una festividad propia en la que se quema una gran hoguera y es todo un espectáculo tanto para turistas como para gente local. Esta festividad recibe el nombre de Sechseläuten. Muchas de las casas de gremio siguen en pie y son utilizadas.
Zúrich se hace suiza (Desde el siglo XIV hasta el siglo XVI)
La Revolución de los Gremios dejó a la ciudad un poco aislada, lo que condujo eventualmente a su alianza con los cantones (regiones autónomas) fundadores de la Antigua Confederación Suiza en 1351. Ahora Zúrich pertenecía a ‘Suiza’, que existía desde el tratado de 1291. Sin embargo, esto no impidió que la ciudad emprendiera una guerra contra otros cantones como Schwyz, que se interpuso en los planes de expansión territorial de Zúrich. Pronto, la ciudad gobernó las tierras de alrededor del lago de Zúrich y las tierras del norte hasta el Rin y obtuvo su riqueza de la producción artesanal, el comercio a través de los Alpes y la contratación de sus mercenarios por parte de potencias extranjeras. Los soldados de los cantones suizos, armados con picas y alabardas, eran mercenarios muy solicitados que luchaban en todos los ejércitos principales de Europa, ocasionalmente incluso unos contra otros. Se habían ganado una reputación de luchadores formidables debido, entre otras cosas, a las victorias de los cantones suizos sobre las fuerzas del rey de los Habsburgo, que intentaban controlarlos. Sin embargo, el servicio mercenario no fue apreciado por todos. Estaba relacionado con la corrupción y la decadencia moral y era cada vez más criticado a principios del siglo XVI.
Zúrich se hace protestante (Siglo XVI)
Huldrych Zwingli, sacerdote en el Grossmünster, fue uno de los principales críticos del servicio mercenario, pero tenía mucho más que decir sobre cuestiones morales y se convirtió en el iniciador de la Reforma de Zúrich desde el año 1520 en adelante. Además de prohibir el servicio mercenario, transferir las propiedades de los monasterios y conventos a la ciudad y eliminar las decoraciones de las iglesias, la Reforma significó el fin de todo comportamiento frívolo: beber, prostituirse y, en realidad, la diversión estaba prohibida o estrictamente regulada. Esto tuvo un efecto duradero en Zúrich. Algunos otros cantones suizos hicieron lo mismo y se convirtieron al protestantismo. Otros cantones, sin embargo, siguieron siendo católicos. Esta división causaría muchos conflictos en el futuro de la Confederación.
La invasión napoleónica (Desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII)
Durante los siglos XVI y XVII, la riqueza y la influencia de la ciudad aumentaron, dándole el valor suficiente como para declararse República de Zúrich en 1648. Mientras que el poder político estaba cada vez más monopolizado por unas pocas familias, florecieron nuevas ideas y debates. Entre los intelectuales de la época se encontraban el reformador educativo Heinrich Pestalozzi, el historiador Johann Jakob Bodmer, que tenía estrechos vínculos con Jean-Jacques Rousseau, y el pintor Johann Heinrich Füssli, cuyo trabajo puedes encontrar hoy en la Kunsthaus. En 1780 nace el Neue Zürcher Zeitung, el periódico zuriqués por excelencia que aún existe en nuestros tiempos.
En 1798, Zúrich perdió su independencia cuando Napoleón invadió la zona, transformando la Confederación Suiza en la República Helvética, un estado títere centralizado del imperio francés. La interferencia con el localismo y las libertades tradicionales hacía que la población estuviese profundamente resentida., aunque se llevaron a cabo algunas reformas modernizadoras. La resistencia fue más fuerte en los bastiones católicos más tradicionales, con estallidos armados en la primavera de 1798 en la parte central de Suiza. El ejército francés reprimió los levantamientos, pero el apoyo a las ideas revolucionarias disminuyó constantemente. El deseo de reforma era débil, y la mayoría de los suizos estaban resentidos por la pérdida de la democracia local, la centralización, los nuevos impuestos, la guerra y la hostilidad hacia la religión. En 1803, la Ley de Mediación de Napoleón restauró parcialmente la soberanía de los cantones, y los antiguos territorios tributarios y aliados de Aargau, Thurgau, Grisones, St. Gallen, Vaud y Ticino se convirtieron en cantones con los mismos derechos. Napoleón y sus enemigos lucharon en numerosas campañas en Suiza que arruinaron muchas localidades.
El Congreso de Viena de 1814-1815 restableció completamente la independencia suiza y las potencias europeas acordaron reconocer la neutralidad suiza de forma permanente. En este momento, Valais, Neuchâtel y Ginebra también se unieron a Suiza como nuevos cantones, extendiendo así el territorio suizo a sus límites actuales. Tras independizarse de nuevo, refugiados políticos de otras partes de Europa encontraron asilo en Zúrich debido a la ideología liberal presente en la ciudad que acabó transformándola, en 1831, en un estado liberal modélico. Esto significó la creación de estructuras más democráticas, el fin del dominio de la ciudad sobre el campo circundante y una gran reforma educativa.
La construcción de la red de ferrocarriles (Desde el siglo XIX hasta el siglo XX)
La Suiza moderna se fundó en 1848 como una federación con vínculos mucho más estrechos entre los cantones que antes. El año anterior, se abrió la primera línea de ferrocarril en Suiza. Los ferrocarriles también eran el negocio en el que estaba Alfred Escher, el hombre que durante las siguientes décadas dominó la política de Zúrich y Suiza como ningún otro. También conocido como el zar de Zúrich, fundó grandes compañías ferroviarias y fue el autor intelectual de la construcción del túnel ferroviario del Gotardo, que finalmente conectó Italia con Suiza y Alemania en 1880. La estatua de Escher se puede encontrar, como cabría esperar, justo en frente de la estación principal de trenes al comienzo de la Bahnhofstrasse.
Suiza permaneció neutral durante la Primera Guerra Mundial y fue refugio de personas como James Joyce y los artistas que iniciaron el movimiento Dada aquí. Sin embargo, la guerra exacerbó la pobreza de las clases trabajadoras y en 1918 un comité socialista con estrechos contactos con la Rusia comunista convocó una huelga general. El gobierno reaccionó enviando al ejército, que se enfrentó a los manifestantes en Zúrich y puso fin a las revueltas. Muchas de las demandas del comité se cumplieron, aunque no la demanda del derecho de voto de las mujeres, que no se introdujo hasta 1971.
La Segunda Guerra Mundial (Siglo XX)
Durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial, Suiza, oficialmente neutral, estuvo totalmente rodeada por las potencias del Eje, lo que dificultaba la importación de alimentos y otros bienes. El general Guisan, comandante en jefe del Ejército de Suiza durante la Segunda Guerra Mundial, se preparó para repeler una posible invasión colocando al ejército en las fronteras y, literalmente, vaciando los Alpes, imaginando una guerra de guerrillas desde las montañas, la llamada estrategia de reducción (réduit). Desde un punto de vista tradicional, esto es lo que salvó a Suiza de convertirse en parte de la Alemania nazi, pero más recientemente los historiadores han sugerido que otros factores pueden haber sido más importantes, provocando un debate público intenso y emotivo en la década de 1990. Ciertamente, Suiza fue un importante intermediario financiero para los nazis, permitió el tráfico de carga entre Alemania e Italia y también suministró a Alemania piezas de armas. Quizá fue este el verdadero motivo de por qué el país no fue invadido durante la guerra.
Los intentos del pequeño partido nazi de Suiza para causar una Anschluss (una unión) con Alemania fracasaron miserablemente, en gran parte debido a la herencia multicultural de Suiza, el fuerte sentido de identidad nacional y la larga tradición de democracia directa y libertades civiles. La prensa suiza criticó enérgicamente al Tercer Reich, a menudo enfureciendo a los líderes alemanes. Suiza era una base importante para el espionaje de ambas partes en el conflicto y, a menudo, mediaba las comunicaciones entre el Eje y las potencias aliadas.
La Zúrich contemporánea (desde el siglo XX hasta nuestros días)
Después de la guerra, la economía de Suiza se disparó y comenzó la inmigración masiva del sur de Europa. Mientras que cultural y políticamente Suiza se mantuvo firmemente anticomunista y muy conservadora. En 1968 y 1980, los movimientos juveniles se enfrentaron con la policía, sacudieron Zúrich y finalmente condujeron al establecimiento de varios centros juveniles autónomos. El movimiento trajo nuevas ideas y una nueva vida cultural a Zurich, dándole gran parte del impulso
que tiene hoy y finalmente sacudiendo las restricciones puritanas que Zwingli había implantado. También generó el «parque de agujas» de Zúrich, la escena abierta de drogas en Platzspitz que hizo a Zúrich notoria en toda Europa a principios de la década de 1990. Si bien la reacción oficial fue represiva al principio, Zúrich dio forma a la política de drogas suiza, introduciendo innovadores programas controlados de heroína que sacaron a los adictos de las calles. Hoy Zurich sigue siendo un importante centro financiero y ha perdido la reputación conservadora. Se ha vuelto popular como un lugar para vivir para trabajadores altamente calificados de toda Europa, desde que Suiza firmó acuerdos de libre circulación con la Unión Europea en 1999. Esto ha hecho que la falta de apartamentos asequibles sea uno de los temas principales en Zurich a día de hoy.
Con esto acaba este breve repaso de la historia de esta mágica ciudad. Que a la par que moderna, es rica en cultura e historia. Recuerda que nunca está de más conocer el pasado de los lugares que te gustan. De esta forma consigues un vínculo especial y los recuerdos que creas en esos sitios adquieren el sabor único del contexto histórico.