Hoy os propongo un viaje a la naturaleza, a los verdes bosques, a los valles entre montañas. A una zona más desconocida de Turquía, bañada por las frías aguas del Mar Negro, cerca de la frontera con Georgia y Armenia. Nos vamos a visitar Trabzon, la antigua ciudad de Trebisonda, Uzungöl, un pequeño pueblo escondido entre escarpadas montañas y el impresionante Monasterio de Sumela.
Cómo llegar
Si viajas desde Estambul, la opción es variada. Se puede llegar a Trabzon en avión, pues posee el aeropuerto más grande de la región del Mar Negro, con vuelos regulares desde Ankara y Estambul, o por carretera, en autobús o coche.
La distancia entre ambas ciudades por carretera es de 1060 kilómetros, un poco lejos para ir en autobús, ya que tardarás alrededor de 12- 14 horas. Aun así, si eliges esa opción, tienes dos compañías de autobuses que te llevarán hasta allí: Metroturizm y Kamil Koc.
Si eliges el avión, estarás en Trabzon en una hora y media, y tienes la opción de elegir la compañía Turkish Airlines o Pegasus Airlines, ambas tienen bastantes frecuencias de vuelos.
También puedes alquilar un coche en Estambul, e ir con él. Te servirá para moverte por la región.
Visitando Trabzon
Trabzon, la antigua Trapezus, más tarde Trebisonda, es una ciudad fundada en torno al siglo VIII a. C. por colonias griegas. Se convirtió en la capital de la región del Ponto, y tuvo gran importancia comercial y política en el Mar Negro a lo largo de los siglos.
Durante la Edad Media fue parte clave de la ruta de la Seda, lugar de paso obligado de esta. Incluso Marco Polo se detuvo en ella durante su viaje de regreso de China. Se convirtió en capital del Imperio de Trebisonda en la Edad Media, separada del Imperio Bizantino tras la Cuarta Cruzada en 1204. Posteriormente siguió siendo independiente hasta su caída en manos otomanas en 1461.
Su diversidad cultural, étnica y religiosa, consecuencia de haberse convertido en centro del comercio entre Rusia, el Caúcaso, Irán y demás países que rodeaban el Mar Negro, fue increíble durante toda su historia.
Esa herencia multicultural pudo apreciarse hasta 1923. A consecuencia del intercambio de poblaciones entre Grecia y Turquía, y tras los problemas vividos con la vecina Armenia, casi la totalidad de los cristianos desparecieron de sus calles, dejando tras de sí una gran herencia que puede verse incluso hoy en día.
Trabzon es una ciudad que merece la pena visitar. Poseedora de edificios impresionantes y con una naturaleza exuberante y fértil, es la principal productora de avellanas del país y gran centro de cultivo de tabaco y té negro.
Qué ver en la ciudad
- Castillo de Trabzon: se extiende desde el mar hasta la colina y se divide en tres partes. La más antigua de ellas se remonta al siglo IV a. C. En la zona más alta (Yukarı Hisar) y más antigua, se encontraba el Hipódromo, la torre de vigilancia, el palacio y un hamam. La parte media (Orta Hisar), construida en época bizantina, era una continuación de la anterior, con varias puertas, la Iglesia Chrysokephalos, el puente Zağnos, la casa de gobierno y varias mezquitas posteriores. La parte baja (Aşağı Hisar), desciende desde el oeste hacia el mar, y en ella encontramos varios hamam o baños turcos y mezquitas. La forma trapezoidal del castillo dio lugar al nombre de la ciudad ( Trapezus- Trabzon).
- Iglesia de Santa Sofía: fue construida durante la dinastía de Manuel Komnenos en el siglo XIII. Posee una planta en forma de cruz griega, con tres naves y una cúpula central. Destacan sus hermosos frescos bizantinos con escenas de la Biblia. Durante la Primera Guerra Mundial se utilizó como almacén y hospital y luego fue convertida en mezquita.
- Colina de Boztepe: recomendable subir a ver la ciudad desde la colina, al igual que a disfrutar de un té en una de las numerosas cafeterías que permite contemplar la ciudad a tus pies.
- Mercado Kemeraltı: es un lugar perfecto para encontrar recuerdos de todo tipo, al igual que las artesanías características de la ciudad en cobre.
- Bedesten: es un antiguo han, posadas para viajeros, que abre de 10 a 23. Está repleto de tiendas en las que poder comprar artículos hechos a mano por los artesanos locales. Trabzon es una región famosa por sus trabajos artesanales de gran calidad en cobre, en plata y oro, denominados Kazaziye y Telkari, que se venden después por todo el país y se exportan incluso al extranjero.
Uzungöl
El idílico pueblo de Uzungöl se ha convertido en lugar eco turístico desde hace ya algunos años. A unos 90 kilómetros de distancia de Trabzon, puedes llegar a él tanto en coche como en autobús, por el módico precio de unos 8 euros( 50 TL).
El pequeño pueblo es el lugar idóneo en el que hacer senderismo, o disfrutar de la naturaleza. Dispone de varios hoteles y pequeñas pensiones en las que alojarse, al igual que restaurantes donde se sirven los platos típicos de la región, y que no puedes perderte. Su estampa es muy característica, y posiblemente hayas visto varias fotografías de ese precioso lugar, sin saber muy bien dónde se encontraba.
El nombre viene dado por el lago junto al que se ubica el pueblo, que significa lago profundo. Su estampa más característica es la de la pequeña mezquita junto al lago, la mezquita Gölbaşı, construida en 1920, y que se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad.
En los últimos años se ha convertido en tradición casi obligada, tanto para locales como turistas, acudir a la mezquita en la primera oración de los viernes. Tras la oración, todo el pueblo se va a desayunar en el restaurante que corresponda cada semana. Se crea así una atmósfera de confraternidad entre las gentes del pequeño pueblo y todo aquel que acuda a visitarlo, sea turco o extranjero. Sin duda es una experiencia perfecta para conocer sus costumbres y tradiciones de primera mano.
Monasterio de Sumela
El famoso monasterio, dedicado a la Virgen María, se encuentra ubicado en un lugar único y privilegiado, en pleno valle de Altındere. A unos 50 kilómetros de Trabzon. De nuevo, la opción es variada, puedes llegar hasta allí en coche o en autobús (en una hora más o menos llegas a la entrada al parque nacional y te cuesta unos 5 euros, 25 TL).
Desde el lugar de aparcamiento de los vehículos hasta la entrada al monasterio hay unos 300 metros de sendero sumergido plenamente en la naturaleza, entre árboles. Y cuando llegues, te aseguro que no habrás visto nada igual.
El monasterio se encuentra literalmente colgado de la pared de piedra de la colina, a unos 300 metros del suelo, excavado en la roca. Su ubicación elevada y su único punto de acceso a través de unos largos y escarpados escalones lo hacían inaccesible a cualquiera.
Un poco de historia
Cuenta la leyenda que dos monjes viajeros, Bernabé y Sofronios, en el siglo IV- V d.C. fundaron el monasterio en el lugar donde hallaron un milagroso icono de la Virgen María. Este, según el mito, había sido pintado por Lucas, el discípulo de Cristo y llevado por ángeles hasta su ubicación dentro de una cueva . Se dice que ambos habían tenido un sueño en el que se les rebelaba la ubicación exacta del icono, y que, al encontrarlo, erigieron allí mismo una capilla y después el monasterio.
Durante época de Justiniano, en el siglo VI, habría sido restaurado y añadidos nuevos edificios, llegando a su actual formación en el siglo XIV, y mantenido siempre por donaciones imperiales.
Sin embargo, si ignoramos la leyenda de su fundación, de la cual no hay ninguna constancia escrita, los edificios existentes del monasterio se remontarían al siglo XII- XIII, en época del principado de Trabzon, bajo la dinastía Komnenos.
Durante la Edad Media y hasta la caída del Imperio de Trebisonda en manos de los turcos, se mantuvo el monasterio a base de donaciones imperiales y privilegios, que siguieron prolongándose bajo el Imperio Otomano. Los sultanes promulgaron sucesivos edictos en los que protegían al monasterio y permitían la celebración de ritos cristianos en él. Incluso le otorgaron ciertos privilegios e hicieron generosas donaciones y obsequios.
Aguas milagrosas
La leyenda cuenta que las aguas que brotaban de las rocas del monasterio eran milagrosas, con poderes curativos. De ahí que miles de viajeros y fieles acudieran a sanarse, entregando a los monjes cuantiosos regalos con los que creció y se enriqueció. Le fueron añadidos nuevos edificios, se restauraron otros existentes y se cubrieron con pinturas muchas de las paredes de las iglesias.
Su época de mayor esplendor se dio en torno al siglo XVIII- XIX, cuando viajeros de diversos países acudían a visitarlo, buscando su sanación. Los monjes también viajaban por toda la península de Anatolia, el Caúcaso, los Balcanes e incluso Rusia para conseguir dinero con el que mantenerse, vendiendo iconos que ellos mismos realizaban, imitando al famoso de la Virgen María y que daba nombre al monasterio.
Tal era el importe que llegaban a conseguir con sus ventas, que incluso se refleja la historia de un monje que fue robado y asesinado mientras volvía al monasterio con una fortuna encima. El estado otomano encontró al culpable, lo arrestó y ejecutó, devolviendo el dinero encontrado al Monasterio.
Tal fue la importancia que llegó a conseguir el monasterio, que incluso nos han llegado numerosas descripciones de viajeros extranjeros que lo visitaron durante el siglo XIX.
Clausura del Monasterio
Tras la invasión rusa entre 1916 y 1918 se llegó incluso a suponer que la región de Trabzon podría convertirse en un estado cristiano de nuevo, esperanza que se perdió apenas 5 años más tarde, cuando se realizaron los intercambios masivos de población y el monasterio fue clausurado.
Los monjes hubieron de huir con lo puesto. No se les permitía llevarse ninguna posesión material, así que escondieron el icono de la Virgen María bajo el suelo de la capilla de Santa Bárbara. Se dice que en 1930 un monje consiguió volver en secreto y recuperó el icono, llevándolo consigo al Monasterio macedonio en Panagia.
Distribución del Monasterio
Junto a los escalones, que dan acceso al templo, se encuentra un acueducto, excavado en la ladera de la montaña, y que servía para suministrar agua al monasterio. Al atravesar la entrada principal, donde se puede ver el alojamiento del guardián de la puerta, al igual que algunas otras habitaciones, se descienden unos cuantos escalones hasta el patio central interior.
Toda la estructura del monasterio se organiza en torno a esa plaza central, en la que pueden verse una iglesia excavada en la roca, sobre una cueva que contiene una fuente sagrada y varios edificios del monasterio dispuestos al azar.
Dentro de la cueva se encuentra la iglesia, cuyas paredes interiores y exteriores están cubiertas de frescos, y es la parte más antigua del complejo.
En el otro extremo del patio se hallan los alojamientos para viajeros, construidos en el siglo XIX, al igual que una biblioteca y otra capilla. Todos los edificios contaban con balconadas y cubiertas de madera que desgraciadamente se quemaron en un incendio en 1930.
En el extremo más alejado del patio se abre un estrecho corredor que se extiende sobre la roca, junto a la montaña, y que da acceso al impresionante edificio que se cuelga sobre el acantilado.
Es un inmenso edificio que cuenta siete pisos, tres de los cuales eran viviendas de los monjes, y varias bodegas. Las hileras de arcos y galerías le dotan de un porte altivo y majestuoso.
Las vistas desde el edificio son absolutamente increíbles.
Los sonidos del bosque, de las cascadas, los cantos de los pájaros en el valle realzan esa atmósfera mágica que rodea el monasterio. Y hacen que se convierta en una visita inolvidable.