¡Hola viajeros!
En la entrada de hoy me gustaría hablaros del porqué se dice que Lisboa es la ciudad de las siete colinas.
¿Por qué siete?
La verdad que el número siete tiene algo peculiar…
Siete fueron los pecados capitales, las maravillas del mundo antiguo también fueron siete…
¿Curioso, verdad?
Pero, ¿y si os digo que en realidad son ocho colinas y no siete?
Y todo este tiempo pensando que sólo era la ciudad de las siete colinas…
Las siete (u ocho) colinas de Lisboa
La primera referencia histórica surge en el siglo XVII, en el libro “O Livro das Grandezas de Lisboa”.
Es un libro donde el autor, Frei Nicolau de Oliveira, describe la ciudad con todo detalle.
Las “siete grandiosas” como se las conoce son: São Jorge, São Vicente, São Roque, Santo André, Santa Catarina, Chagas e Sant’Ana.
Estas siete colinas pueden ser vislumbradas por quien llega, o llegaba en aquella altura, por el río Tajo.
Pero el monje portugués se olvidó de la colina más alta de la ciudad, la colina de Graça.
¿Se trató de un descuido o la habrá olvidado a propósito?
Según dicen, fue un olvido conveniente de aquella época, ya que así Lisboa tendría alguna semejanza con la ciudad de Roma y la leyenda de su creación.
Empecemos nuestro recorrido por la ciudad de las siete colinas.
São Jorge
Según el libro Las grandezas de Lisboa, esta era la colina más alta de la ciudad.
En su parte más alta se encuentra el Castillo de São Jorge, que da nombre a la colina.
Se piensa que fue aquí donde surgió el poblado que dio origen a la ciudad.
Esta fortaleza resistió a varios años de luchas y batallas.
Fue durante el año 1147, cuando los caballeros del Rey Don Alfonso Henriques, primer rey de Portugal, asaltaron las murallas durante tres meses para reconquistar Lisboa a los moros.
¿Por qué el castillo se llama así?
Fue un agradecimiento al patrón de las cruzadas.
Hoy en día, el área del castillo ocupa el Barrio de Mouraria, el del castillo y una parte del Barrio de Alfama.
São Vicente
En este punto de la ciudad vas a poder visitar el Barrio de Alfama y el Convento de San Vicente de Fora.
Este convento se construyó donde hace varios años existió un templo en homenaje al mártir.
Existe una leyenda sobre San Vicente, convirtiéndose por ello en uno de los santos más populares de la ciudad.
Cuando la Península Ibérica estaba conquistada por los musulmanes, éstos ordenaron convertir todas las iglesias en mezquitas.
Pero los cristianos de la ciudad española de Valencia quisieron poner a salvo el cuerpo del mártir San Vicente.
Para ponerlo a salvo, lo llevaron por mar hasta Asturias, única región cristiana de la península.
Al pasar por el Algarve, el barco encalló y tuvieron que pasar allí varios días.
Como nadie venía en su ayuda, decidieron construir allí un templo en memoria a San Vicente.
Muchos años después, Don Alfonso Henriques se enteró de que el cuerpo del mártir estaba enterrado en el Algarve, en un lugar secreto.
Cuando el rey se aproximó al antiguo templo, vio un bando de cuervos sobrevolando un lugar concreto.
Y fue ahí donde se encontró el cuerpo del mártir.
Trajeron el cuerpo hasta Lisboa, siendo el barco acompañado por dos cuervos durante todo el viaje, uno en la proa y otro en la popa.
Hoy en día la imagen del barco con los dos cuervos, forma parte de la bandera de la ciudad.
Sant’Ana
Se puede decir que esta es la colina más central de todas.
Comienza en la Praça da Figueira y termina en el Jardim do Torel.
Está rodeada por los lechos de las antiguas riberas de Arroios y Valverde.
Riberas que discurrían por el centro de la ciudad de las siete colinas.
En el siglo XIV, el Rey Don Fernando ordenó la construcción de una muralla, lo que iba a condicionar la construcción de casas y monumentos.
Después del famoso y terrible terremoto que asoló la ciudad en 1755, algunos edificios fueron rehabilitados.
De aquella época sobrevivió el Hospital de San José, en el centro de la ciudad.
Debido al cual, esa colina fue conocida por los ciudadanos como “la colina de salud”.
Santo André
Esta colina se sitúa en una gran posición estratégica de la ciudad.
Tanto es así que se dice que fue allí donde el Rey Don Alfonso Henriques instaló sus tropas durante la reconquista cristiana.
Para llegar hasta allí podemos ir desde Graça hasta la Calçada de Santo André.
Durante vuestro paseo podéis ver antiguos vestigios de las casas y palacios que allí fueron construidos.
Chagas
Esta colina adquirió su nombre gracias a la Iglesia de Chagas.
Iglesia que fue descubierta por los marineros que hicieron la ruta de la India.
Allí es donde se homenajea las heridas de Cristo y representa las dificultades que pasaron los hombres hasta llegar a su destino.
Aquí podemos encontrar un monumento muy especial en Lisboa, el Elevador de Santa Justa.
Santa Catarina
Si andamos por el Largo Camões hasta la Calçada do Combro, podemos encontrarnos con el mirador de Santa Catarina.
Este mirador se encuentra en el punto más alto de esta colina, y donde se encuentra también el Museo de la Farmacia.
Este mirador también se conoce como el mirador de Adamastor, por la estatua que encontramos en el centro.
Pero ya os hablaron de este mirador en este artículo.
En cuanto a la historia de Santa Catarina, podemos decir que fue una mártir con una vida un tanto peculiar.
Fue una mujer bastante intelectual de inicios del siglo IV que sufrió a manos del emperador romano Maximino Daia por haberse convertido al cristianismo.
Gracias a su poder de argumentación, consiguió convertir al cristianismo a la mujer del emperador y a algún personal de su guardia.
¿Karma tal vez?
También fue conocida como Catarina de Alejandría.
São Roque
Si hay un barrio famoso en Lisboa, ese es Barrio Alto.
Es en esta colina donde se encuentra este barrio y donde encontramos uno de los miradores más bonitos y visitados de la ciudad.
Estoy hablando del mirador San Pedro de Alcântara.
Tampoco me voy a detener a hablaros de él, puesto que también se habló en el artículo sobre los mejores miradores de Lisboa.
Lo único que me gustaría comentaros, es que poco antes de llegar al mirador encontramos la Iglesia de San Roque.
Santo patrón de los inválidos y los cirujanos que fue santificado por la ayuda que prestó cuando Lisboa fue asolada por la gran epidemia de peste negra del siglo XIV.
Fue infectado y acabó por fallecer a causa de ésta.
Y esta es parte de la historia de la ciudad y sus famosas siete colinas.
Su esencia y su historia se esconden por detrás de esas enormes cuestas y escondidos rincones.
Podría decir que Lisboa es una ciudad donde lo profano y lo espiritual van de la mano.
Ya seas escéptico, espiritual o creyente, está en cada uno aprender a escuchar aquello que los santos, los miradores y los barrios tienen para contarnos.
¡Hasta la semana que viene viajeros!