Una visita a los cayos de Pinar del Río es de las mejores excursiones que puedes organizar desde el Valle de Viñales. En la zona puedes encontrar pequeños rincones como Cayo Levisa y Cayo Jutías, ambos muy recomendables para una escapada al paraíso. Dos islotes prácticamente vírgenes, con playas de arena blanca bañadas por aguas cristalinas.
Cayos de Pinar del Río: Levisa y Jutías
Más allá de Varadero, considerado uno de los mejores arenales del mundo, los cayos de Cuba son un referente del turismo de sol y playa en el Caribe. Desde los más conocidos internacionalmente (Jardines del Rey y Cayos de Villa Clara), a otros pequeñitos sin apenas infraestructura como los de la provincia de Pinar del Río.
Uno de ellos es Cayo Levisa, al que solo se puede llegar en ferry desde el pequeño puerto de Palma Rubia. El barco tiene un precio de 15 CUC (ida/vuelta) y tarda aproximadamente media hora en llegar al cayo. Sin embargo, para visitar Cayo Levisa desde Viñales te recomiendo contratar una excursión de un día completo en el pueblo. El paquete incluye el traslado hasta el puerto, el ferry y la comida del día (a elegir entre diferentes opciones en función del presupuesto). Asimismo, en este cayo hay un hotel con bungalows frente a la playa de Media Legua, que ofrece buffet y régimen de todo incluido. Es la única opción de alojamiento si deseas quedarte más de un día en el cayo, por lo que el precio es bastante elevado especialmente en temporada alta. Si tu presupuesto es más o menos holgado, las cabañas tienen mucho encanto y el entorno es paradisiaco.
El otro cayo más conocido de la zona es Cayo Jutías, al que se sí se puede acceder por vía terrestre aunque la carretera está en muy mal estado. Desde Viñales, la mejor opción para llegar hasta el cayo es un almendrón colectivo, en el que compartirás el trayecto con otros viajeros para abaratar el coste del viaje. La salida se suele realizar temprano por la mañana y el traslado de vuelta a media tarde (siempre antes de que anochezca), por lo que podrás aprovechar bastante bien la jornada. A diferencia de Levisa, Cayo Jutías es más virgen y no hay ningún tipo de infraestructura hotelera (tan solo un restaurante), por lo tanto no es posible pernoctar en el cayo.
EXCURSIÓN A CAYO JUTÍAS
Durante la estancia en el pueblo de Viñales junto a mi hermano, dedicamos un día a visitar Cayo Jutías. Tras apalabrar el traslado de ida y vuelta el día anterior (15 CUC por persona), el almendrón nos recogió temprano en nuestra casa particular y emprendimos el viaje junto a otros dos pasajeros. El cayo está cerca de Viñales (poco más de 50 kilómetros), pero la carretera es terrible y tras alguna parada intermedia tardamos en llegar cerca de dos horas. De ahí la importancia de salir temprano para poder disfrutar de la estancia sin prisas.
Los primeros kilómetros transcurren por una carretera medianamente normal, pero a medida que avanza el asfalto se complica. El trayecto en sí mismo fue una verdadera aventura, ya que los socavones en la carretera eran tremendos. El almendrón tenía que ir muy despacio en algunos tramos, zigzagueando para esquivar los boquetes de la carretera y no destrozar los bajos del coche. Por eso a pesar de que la distancia es pequeña, el acceso es tan complicado y se tarda tanto. Bien es cierto que el conductor era muy sociable y se paraba a saludar gente en todos los pueblos que íbamos cruzando, lo que hizo el viaje un poquito más largo. Cabe destacar que el último tramo transcurre por un curioso pedraplén, construido sobre el mar y que llegó a ser de pago. Sin embargo desde hace unos años este peaje se ha eliminado, precisamente por el mal estado de la carretera de acceso al mismo.
Una vez en el cayo, el almendrón nos dejó junto al restaurante de la entrada. Tras estirar las piernas y recomponer nuestra maltrecha espalda, acordamos con el conductor la hora de regreso, que finalmente fijamos para las cinco de la tarde. Nuestros acompañantes se quedaron en la zona del restaurante, donde también se pueden contratar tumbonas y varias actividades acuáticas. Sin embargo, nosotros somos muy aventureros y enseguida nos pusimos a caminar. Teníamos por delante cerca de seis horas para adentrarnos en el manglar y explorar el cayo.
Por la línea de costa, fuimos descubriendo pequeñas calas y lo mejor de todo es que estaban prácticamente desiertas. Hasta que a medio camino nos encontramos con unos pescadores cubanos que nos ofrecieron langosta, el marisco más típico de Cuba. Inicialmente nos pedían 20 CUC por una doble de ración de langosta fresca a la plancha con arroz blanco, pero con mi afán negociador finalmente lo dejamos en 15 CUC para dos personas (más otros 4 extra por dos cocos). No sé si fue la mejor langosta que comí en mi vida, ni siquiera en Cuba. Pero tengo claro que en medio de esa playa virgen de arena blanca, fue la que más disfruté 100% seguro.
Playa de las estrellas
Lo que ya habíamos visto era espectacular, pero queríamos exprimir la aventura al máximo. Por eso nos adentramos en un pinar de difícil acceso (cuidado con los mosquitos), y tras unos minutos de caminata llegamos a un espectacular arenal sin nombre oficial pero conocido como playa de las estrellas. Precisamente por las estrellitas de mar que puedes encontrar allí, de gran tamaño y muy vistosas pero a la vez realmente frágiles. Por eso no olvides respetarlas y sobre todo no sacarlas del agua, ya que su vida depende de ello.
El entorno tenía todo lo que se puede esperar de una playa paradisiaca. Un amplio pinar, mar azul turquesa y arena blanca y fina. Tuvimos tiempo para disfrutar, bañarnos y descubrir otras calas antes de regresar a nuestra inevitable cita con el chófer. No sin antes sacar unas cuantas fotos, para preservar el imborrable recuerdo de Cayo Jutías en nuestra memoria.