Vayámonos a disfrutar de la esencia griega de Ayvalık, las tranquilas aguas del Egeo turco, la autenticidad de sus casas de piedra, de las buganvillas. En el viaje de hoy recorreremos la zona de Ayvalık, nos perderemos por sus calles empedradas y disfrutaremos de su vida tranquila, de un lugar que ha sabido conservar su autenticidad y su alma de pueblo.
Dónde está Ayvalık
Ayvalık se ubica en la región noroeste del Mar Egeo, en la provincia de Balıkesir, frente a las costas de la isla griega de Lesbos. A escasa distancia podemos encontrar las míticas ciudades griegas de Pérgamo, Aso y Troya. Al norte de la ciudad se aprecia el monte Ida, de gran importancia en la mitología griega.
Ubicada a unos 450 kilómetros de Estambul, se puede llegar a la ciudad de varias maneras:
- en coche⇒ el viaje viene a durar unas 6 horas.
- en ferry⇒ se puede tomar el barco de Estambul a Bandırma ( unas 2.30 horas) y después el autobús de Bandırma a Ayvalık (unas 3.30 horas). Por unas 80 TL (13 €) estás en la ciudad.
- en avión⇒ de Estambul al aeropuerto de Edremit-Balıkesir ( 1.30 horas) y después en autobús a la ciudad ( otra 1.30). Depende de la antelación con la que reserves el billete, uno de ida y vuelta puede costarte unos 50 €.
Un poco de historia
La región donde se ubica Ayvalık, según estudios arqueológicos, estuvo habitada desde la Prehistoria. En época griega, la amenaza que asolaba sus costas era constante por parte de los piratas, lo que impidió que en la zona se crearan asentamientos mayores que pequeños poblados, aunque la región de la isla de Cunda fue una excepción.
Desde su caída en manos otomanas en 1462, el sultán Mehmet el Conquistador reforzó la zona contra las amenazas de los piratas, enviando a más de 200 soldados jenízaros, que se encargarían de proteger la región.
La ciudad fue ganando autonomía y se le otorgaron privilegios fiscales y comerciales, que hicieron que se convirtiera en una de las ciudades portuarias más desarrolladas, dedicando su actividad comercial a la producción de jabón, aceite de oliva y aceitunas, cuero y harina.
Hasta tal punto llegó el aumento de volumen comercial que incluso llegó a contar con seis consulados. Al acumularse grandes fortunas en la zona, y un alto nivel de vida generalizado, se aprecia en la ciudad un rico patrimonio cultural y arquitectónico.
La Guerra de Independencia y los intercambios de población
Para que nos hagamos una idea, la población de la ciudad, en torno a la Primera Guerra Mundial era de unas 50000 personas, de las cuales, el 90% era de origen griego. Ellos eran los que cultivaban los olivos y fabricaban jabones y aceite, que se exportaba por toda Europa, siendo considerado por los ingleses el mejor aceite de oliva de toda Asia Menor.
Tras la caída del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, la región del Egeo fue tomada por el ejército griego hasta 1919, año en el que comenzó la guerra de Independencia turca, que duró hasta 1923, y se pactaron intercambios masivos de poblaciones entre griegos y turcos.
Este hecho afectó especialmente a la ciudad de Ayvalık, cuya industria sufrió un duro revés, al quedarse de pronto sin los comerciantes y productores que llevaban siglos fabricando el aceite. Alarmado por el declive, el gobierno turco se vio obligado a traer de vuelta a 4500 familias griegas, para reanudar la producción. Estas familias estuvieron bajo vigilancia constante del gobierno, aunque recibían salarios por su trabajo.
Los pobladores griegos, salvo aquellas familias, desaparecieron de la ciudad para siempre, sustituidos por turcos que vivían en Lesbos, Creta y Macedonia.
Aun así, la herencia griega de la zona es obvia, mezcla de aquellos pobladores y de los que se asentaron ya en el siglo XX, y que trajeron consigo parte de la cultura de la zona de la que procedían.
Visitando Ayvalık
La pequeña ciudad de Ayvalık no es para cualquiera. Si eres de los que adora los lugares repletos de bares y discotecas, de turistas extranjeros, no vayas. Si te gustan las ciudades que, a base de recibir visitantes de todas las nacionalidades, han terminado perdiendo su identidad, este lugar definitivamente no es para ti.
La mejor época para visitarlo es junio o septiembre, los meses de julio y agosto suele estar repleto, pero casi la totalidad de visitantes que recibe son turistas nacionales.
Visitar Ayvalık es recorrer calles estrechas, de adoquines. Es ver casas históricas, de influencia neoclásica, con dos o tres pisos como máximo, y fachadas de piedra, con la fecha de construcción sobre el vano de la puerta, con elegantes ventanales y aldabas de bronce. Con flores colgando de sus ventanas.
Es recorrer antiguas iglesias convertidas en mezquitas, molinos de viento, playas inmensas de fina arena (posee una de las playas de arena más largas de Turquía, con más de 30 km de longitud).
Es tomarse la vida con calma, disfrutar de la rica gastronomía de herencia cretense, de la famosa Ayvalık tost, rellena de ensaladilla rusa, salchichas, queso cheddar y pepinillo (dicho así puede sonar poco apetecible, pero no lo es), del helado de melón, de los atardeceres sobre el mar.
De la famosa frase «Rakı+Balık=Ayvalık«, que hace referencia a un estilo de vida, a tomarse las cosas con calma, disfrutar de la comida y la bebida junto al mar. Rakı, es el famoso licor anisado turco, y balık, el pescado que suele acompañarle.
La mezquita del reloj: Saatli Camii
Fue construida por los griegos locales en la segunda mitad del siglo XIX, y convertida a mezquita en 1928.
La forma de planta en cruz griega y el pequeño campanario eran habituales en las iglesias ortodoxas. El campanario se sustituyó por un reloj al convertirla, de ahí el nombre de la mezquita. El minarete fue levantado posteriormente.
Museo conmemorativo de Taksiyarhis
La iglesia de Taksiyarhis, en Ayvalık, se construyó en 1847, en un barrio de la ciudad en el que convivían griegos y turcos musulmanes. Si bien el exterior es neoclásico, de piedra de ajo característica de la zona, no posee gran belleza.
Sin embargo, el interior, con sus columnas de mármol, pinturas religiosas y el color azul característico de la región del Egeo, es digno de ver. La restauración de la iglesia se llevó a cabo en el 2013, y se convirtió en un museo conmemorativo, en el que se realizan exposiciones y conciertos.
La mesa del diablo
Denominada Şeytan Sofrası en turco, es un paisaje increíble, ubicado a unos 8 km del centro, y merece la pena visitarlo por las maravillosas vistas de la isla de Mitilene, actual Lesbos, y la costa de Ayvalık.
Es una montaña formada en roca volcánica, por donde la leyenda cuenta que Satanás, al ser expulsado del cielo por Dios, bajó a la tierra y, al hacerlo, dejó una huella de su pie.
La superstición a lo largo de los siglos ha sido tal, que la supuesta huella se encerró en una jaula de hierro, a la que la gente acude a pedir deseos, atando cintas rojas, que venden allí mismo, en los barrotes de la jaula, y arrojando monedas al interior.
Curioso, sin duda.
Küçükköy (Yeniçarohori)
Es un pequeño pueblo situado a 5 kilómetros de la ciudad, que históricamente tuvo bastante importancia. Hasta aquí llegaron los soldados del sultán Mehmet el Conquistador, llamados jenízaros, en 1462 y se asentaron en sus territorios durante el tiempo que llevó conquistar la isla de Mitilene (Lesbos). Los griegos de la zona lo denominaron Yeniçarohori, que significa casa de los jenízaros ( derivación del turco Yeniçeriler köy). Siglos después la población griega ocupó el pueblo, hasta finales del siglo XIX, cuando emigrantes bosnios de los Balcanes se establecieron en ella.
Durante la segunda mitad del siglo XX, las condiciones complicadas de la vida en los pueblos llevaron a su casi total abandono, hasta que, en los últimos años se ha creado un proyecto para restaurarlo.
Muchos jóvenes artistas y artesanos han ido adquiriendo edificios, con el único objetivo de restaurarlos, devolviéndolos a su belleza original, y estableciendo en ellos sus talleres. Las casas de piedra, con su magnífica obra de cantería, se han convertido así en pequeños museos, donde se exponen artículos originales del pueblo, restaurantes de comida de los Balcanes, en honor a sus últimos moradores.
Hay talleres de pintura, pequeños hoteles de apenas un par de habitaciones, donde el detalle está cuidado con esmero, galerías de arte, baños, pequeñas cafeterías.
Se han impuesto como objetivo atraer toda forma de arte y cultura, garantizar la vida de sus nuevos pobladores, donde las energías renovables están a la orden del día, hay talleres de formación, escuelas para niños, mercados de artesanía, dirigidos por mujeres, y pequeñas tiendas.
Sin duda es un lugar que no puedes perderte, visitar sus calles y talleres y degustar la famosa Has Boşnak Böreği, la empanada bosnia, acompañada de un ayran (bebida de yogur) espumoso y helado.
Isla de Cunda- Alibey
La isla de Cunda, también denominada Alibey, es una pequeña isla frente a la costa de Ayvalık, unida a través de un puente con la ciudad, por lo que podrás ir en autobús o en coche, al igual que en ferry (bastante más rápido, dado que el tráfico suele ser constante).
Es la cuarta isla más grande del Mar Egeo, y el puente de unión entre ella y la ciudad de Ayvalık, realizado en piedra en 1817, fue el primer puente creado sobre un estrecho de todo el país.
La pequeña isla de 23 km cuadrados, se puede recorrer perfectamente a pie, y te encantará perderte en ella. Si tienes ocasión de sentarte a charlar con alguno de los ancianos del lugar, verás enriquecido tu viaje, adornado con anécdotas e historietas, y algunas expresiones en griego.
Sus calles estrechas de adoquines, con edificios históricos de herencia griega, pequeñas tiendas de artesanía y cafeterías y restaurantes son una de las razones que harán que este viaje valga la pena. Por algo fue protegida como patrimonio natural e histórico en 1976.
Dentro de la isla, hay varias iglesias que se han convertido en mezquitas, museos, una colina desde la que poder contemplar el atardecer, con la estampa de los molinos de viento sobre el fondo del mar. Hay mercados de artesanía en los que puedes comprar jabones naturales, especias y hierbas, aceite de oliva, bisutería, telas… Un sinfín de artículos que se convertirán en el recuerdo perfecto de tu viaje a Ayvalık.
Así que vayamos por partes, a continuación os detallo los edificios más importantes que visitar en la pequeña isla de Cunda.
Aşıklar Tepesi: la colina de los enamorados
Merece la pena subir andando, a través de las pequeñas y estrechas calles adoquinadas que nos conducen a ella. Después de relajarte en una de sus cafeterías, bebiendo limonada helada casera, y disfrutando de las maravillosas vistas, puedes dirigir tus pasos a la iglesia reconvertida en biblioteca.
Iglesia de Agios Yannis
La iglesia de Agios Yannis fue construida poco tiempo antes de la caída de Constantinopla, y posteriormente pasó a depender del Patriarcado griego de Fener, en Estambul. En su interior albergaba una biblioteca que fue prosperando, adquiriendo volúmenes, de la cual casi no quedó nada.
Por desgracia, gran parte del edificio se destruyó durante la guerra de la independencia, siendo reconstruida después por la fundación Rahmi Koç. Actualmente está completamente restaurada y alberga en su interior la biblioteca de Sevim y Necdet Kent, con libros que fueron donados.
Junto al edificio restaurado de la iglesia, podemos ver un molino de viento, reconstruido recientemente, tras haber quedado destruido por un terremoto. Los primeros molinos de viento de la zona, datan de 1600.
Iglesia Aya Nikola (actual museo de Rahmi Koç)
Fue construida en el siglo XIX por la comunidad ortodoxa de la isla, con un estilo neoclásico muy utilizado en la época en toda la isla, y con su característica piedra de ajo de las canteras locales, quedó abandonada tras la guerra de la independencia, convirtiéndose en ruinas con el paso de los años.
Con la inclusión de la isla como patrimonio histórico protegido, comenzaron los trabajos de restauración, que no se llevaron a cabo específicamente has el año 2011.
Hoy en día constituye una de las estampas características de la isla de Cunda- Alibey, ha sido convertida en un curioso museo de juguetes y todo tipo de artefactos mecánicos de principios del siglo XX.
Es curioso de ver el interior, bellamente decorado, y entre cuyas columnas puedes encontrar maquetas de todo tipo.
Monasterio de Ayışığı (luz de luna)
Se encuentra ubicado al norte de la isla, justo frente al mar. Se desconoce exactamente su fecha de construcción, pero se cree que fue en torno a 1795. El monasterio, que quedó en ruinas tras la guerra, y ha sido recientemente reconstruido, contaba con muros exteriores y una iglesia en el patio central, al igual que un elaborado sistema de intrincadas cañerías que garantizaban el suministro de agua corriente.
La casa del Déspota
Es uno de los edificios más hermosos que se contemplan desde la orilla de la isla desde el mar. Construido en 1862 por un clérigo ortodoxo, con las donaciones del pueblo griego por haber conseguido la independencia del país.
Tal fue el lujo en el que vivió y con el que llenó su casa, enfadando a sus vecinos, que fue asaltada en 1877 por una banda de ladrones y él mismo fue hallado muerto. El gobierno otomano lo requisó tras su muerte y lo destinó a edificio gubernamental.
A partir de 1921, en plena guerra contra los griegos, se utilizó como orfanato y escuela primaria. Era tal su elegancia que durante los años 70, en pleno auge del cine nacional turco, aparece en varias películas.
En 1980, el orfanato se traslada y el edificio queda abandonado, tras varios terremotos e incendios que lo deterioran notablemente. No es hasta 2015 cuando finalmente es restaurado, respetando su estructura original, y se convierte en hotel.
El café de piedra: Taş Kahve
El café de piedra es uno de los lugares más emblemáticos de la isla, por encima incluso de muchos edificios notables. Es un lugar de reunión de la población de la isla desde hace más de 150 años. Sus enormes vidrieras de colores, su estilo neoclásico y su ubicación junto al mar, hacen de él el lugar perfecto, seas quien seas y vengas de donde vengas. En él puedes disfrutar del maravilloso café turco, de la tostada de Ayvalık, de los famosos helados de la zona, mientras te relajas entre los paseos por la ciudad. Sin duda, merece la pena una visita.
Conclusiones
La ciudad de Ayvalık tiene todo tipo de alojamientos, desde establecimientos de lujo, a pequeñas pensiones, pasando por hoteles con encanto o zonas de acampada. Ofrece planes para todos los bolsillos, también a nivel de restaurantes y tiendas. Lo mismo puedes perderte en el mercado de las pulgas de la ciudad, a comprar artículos hechos a mano, que en galerías de cotizados artistas.
Si bien te recomiendo evitar los meses de pleno verano es cierto que, si buscas ambiente a lo grande, es cuando deberías visitar la ciudad. Puedes ir a las playas públicas, o por el contrario, acercarte a zonas privadas, donde estar más tranquilo y disfrutar de que te sirvan la comida en la tumbona. Puedes hacer buceo, el fondo marino está repleto de corales, viajes en barco entre islas…
Sea cual sea tu plan de vacaciones, en Ayvalık puedes encontrarlo.